Re-descubramos Cada Compositor
- Kevin Daniel Rodriguez Da Silva
- 19 jun 2016
- 3 Min. de lectura
Como Venezolanos estamos sujetos a la influencia del movimiento cultural que el país ha presentado, y con esto el involucrarnos directamente con aquel repertorio habitual en las salas de ensayo y conciertos. Sin embargo, ¿es esto suficiente para comprender la verdadera esencia del compositor que vamos a interpretar? ¿estamos sujetos a la visión de alguien más o nos hemos involucrado lo suficiente para poder crear y comprender algo desde la perspectiva más fidedigna posible?.
Lamentablemente no comencé a plantearme estas preguntas hace años atrás, y por mucho tiempo me conformé con la visión que músicos más experimentados me transmitían. Es ésta, sin duda alguna, una muestra clara y respetable de estudio pero ¿Bernstein se conformó con las enseñanzas de su maestro Reiner?, ¿Hubiese roto Beethoven los paradigmas del estilo clásico si no comenzaba a recurrir a nuevos recursos?. Es evidente que la visión de nuestras generaciones tiene una gran y valiosa influencia por aquellos estudiosos de años atrás que con pasión y entrega nos educan y orientan en la búsqueda de comprender el arte musical; pero en nuestras manos (y me refiero a las jóvenes generaciones) se encuentra el futuro de las páginas de la historia, del lenguaje musical y de la comprensión multidisciplinaria; dando especial acento a la obligación ética de hacer del arte un instrumento de transcendencia para la sociedad y el alma. Una gran responsabilidad, sin duda alguna.
Estando inmerso en mi segundo semestre de estudio, mi maestro Sala Ballester había asignado la Sinfonía 33 de W. A. Mozart y posteriormente abrió la invitación a la cátedra a estudiar el 1er y 2do movimiento de la Cantata Moscow de P.I. Chaikovsky. Yo, un estudiante de los primeros semestres, trabajando sobre repertorio clásico (al cual he visto con respeto y admiración debido a su dificultad estilística) me sentí tentado en dar una primera probada formal a aquel compositor ruso que tantas veces en El Sistema escuché y creí entender. Dada esta tentadora oferta, inmediatamente acudí a los medios para obtener partituras, referencias auditivas y texto de la obra. Mi buscador de Google comenzó a arrojar datos históricos curiosos, reflexiones de algunos estudiosos y una que otra crítica a la presentación que Gergiev mostró al público de esta obra. Oficialmente había comenzado a incursionar en una pieza de unos de los grandes, mi tan apasionado y entregado Chaikovsky.
Como buen novato, acudí desesperadamente a la búsqueda de aquellos fragmentos bélicos, desbordantes de agresividad o pasión nacionalista, que tanto admiré de la Obertura 1812; no los encontré. Sin perder mi entusiasmo, procedí a buscar aquellos elementos trágicos, propios de un destino lleno de dificultades, que tanto recuerdo de la 4ta Sinfonía; no los encontré. "...vamos, Chaikovsky debe estar aquí..." me decía una y otra vez. Sí, lo estaba, sólo que no de la forma que la costumbre venezolana nos había marcado. Chaikovsky no sólo es el gran compositor que llena de música el Ballet Navideño predilecto de Caracas, no sólo es aquel que describió grandes batallas en 1812 o Marcha Eslava. Descubrí que Chaikovsky tenía una faceta distinta, donde el reflejo de la tradición litúrgica ortodoxa y el diseño (encargado) de toda una obra dedicada a la proclamación de Alexander III mostraban a un hombre inmiscuido de lleno en una cultura, historia que suma muchos detalles dignos de una publicación impresa (como ya las hay).
Que tonto fui!! Esclavo de la ignorancia y la poca curiosidad!!. Aquellas clases ya no sólo estaban enfocadas en diseñar los movimientos agógicos o poder dar un levare adecuado, ya no se trataba de conseguir que los fieles repertoristas de nuestros salones transmitieran lo que uno como estudiante va definiendo como el resultado (que en evidencia, estará en constante transformación a lo largo de la vida de cualquier músico). Ahora se habían incorporado charlas históricas, recomendaciones de películas, y lo que llamo "la siembra de la semilla curiosa" que el maestro obtuvo en mi persona. Mientras más investigaba, más entendía que definitivamente no comprendía hasta este entonces al verdadero Chaikovsky. Su música de piano (en especial las estaciones), sus romanzas, sus cuartetos, y toda aquella música sinfónica aún no profundizada. Cuánto por estudiar, cuánto por entender, cuánto por descubrir...
Es apenas una reflexión, el despertar de la curiosidad profunda, lo que este ejemplo de mi carrera trajo a mi vida. Los invito a no quedarse con la costumbre, los invito a ser curiosos. No nos quedemos con el repertorio habitual de nuestras orquestas, o siquiera de otras orquestas. Leamos, profundicemos, busquemos, descubramos!
Quise comenzar mi Blog con este artículo, porque procuraré transmitir en este medio cada investigación, duda, reflexión o simple crítica que pueda surgir en mi continuo crecimiento musical.
Vivan la vida, vivan la música, vivan a plenitud...
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Para ustedes, con ustedes
Kevin Daniel Rodríguez Da Silva
Director Orquestal
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